PALOMA CERVILLA. MADRID.
ABC.es 1-7-07
Los tres atentados que han sufrido las tropas españolas en las misiones de Afganistán y Líbano tienen dos denominadores comunes: la juventud de los fallecidos y el alto porcentaje de soldados procedentes de Suramérica. Estas circunstancias plantean una serie de cuestiones sobre qué tipo de militares se envían a estas misiones internacionales, cuál es su formación y si realmente un joven de poco más de 20 años, en algunos casos de 18, está preparado para una misión de tan alto riesgo, como ahora se ha demostrado, a pesar de insistir el Gobierno en que son «operaciones de paz».
Este debate ya se plantea en las Fuerzas Armadas, pero se ha reabierto de nuevo como consecuencia de la matanza de seis militares en el Líbano. La veda ya se ha levantado y los soldados reconocen que «el Gobierno debería prepararnos más» y que apenas se realiza una selección de nivel de formación para ir a estos países en guerra, sino que «la mayoría de las veces se va por dinero». Unas cantidades muy atractivas, ya que a los mil euros de sueldo mensual medio que reciben en España se le unen los tres mil más que perciben por participar en estos operativos.
«Nadie te obliga»
No hay selección natural para ir a estas misiones, «ellos tienen que llenar un porcentaje y tienen que movilizarlos. Te hablan de dinero, pero es verdad que se va voluntariamente, nadie te obliga». Sin embargo, y a la vista de lo que ha sucedido en el Líbano, estos soldados reconocen que «nos han dicho que son misiones de paz, pero sabemos que son conflictos de guerra». Otro de los datos más llamativos es el alto porcentaje de suramericanos, sobre todo peruanos y colombianos, entre los asesinados, y que no es más que el reflejo del aumento progresivo de la presencia de extranjeros en las filas del Ejército español.
Una presencia que es especialmente significativa en las unidades más operativas: la Legión, la Brigada Paracaidista (Bripac) y la Brigada Ligera Aerotransportable (Brilat), las unidades más especializadas y donde se han registrado todas las bajas. La explicación de estas circunstancias es que, cuando se dio vía libre a la entrada de extranjeros en el Ejército, tan sólo se les permitía el ingreso en la Bripac. En la actualidad, los extranjeros llegan a un 25 por ciento y los soldados consultados por ABC señalan que, «aunque ahora los suramericanos pueden ir a otras unidades, siguen ingresando un alto porcentaje en la Bripac, ya que los españoles no quieren ir a este tipo de unidades». Estos soldados reconocen que son los que están «al frente» en las situaciones más complicadas, por eso hay un mayor porcentaje de fallecidos. «Nosotros somos los que nos exponemos, los mandos están en las bases», reiteran.
La autorización para que los extranjeros pudieran ingresar en las Fuerzas Armadas españolas fue aprobada por el Gobierno del Partido Popular, que permitió hasta un 3 por ciento de los efectivos. Posteriormente, el ministro de Defensa José Bono subió el porcentaje hasta el 7 por ciento, que volvió a incrementar José Antonio Alonso en mayo hasta llevarlo a un 9 por ciento, pero en estas unidades de elite la cuota sube hasta el 25.
El requisito principal para ingresar en las Fuerzas Armadas es tener el permiso de residencia en vigor y el tiempo en el que pueden permanecer es de un máximo de seis años, a no ser que consigan la nacionalidad española. En 2006, de los cerca de 120.000 efectivos, los extranjeros eran tres mil.
Las críticas a la escasa formación de los militares que se desplazan al extranjero no sólo proceden de los propios soldados que se ven afectados, sino que los propios militares apoyan esta reivindicación, así como las organizaciones que los representan. Desde la Asociación Unificada de Militares Españoles (Aume), su secretario general, Mariano Casado, denuncia que «un chaval de dieciocho años, por su edad, no le ha dado tiempo de formarse, no tiene preparación técnica, pero tampoco psicológica. Hay que preguntarse cuáles son los criterios seguidos para enviar a la gente a las misiones internacionales y por qué van a la primera línea». Entre los militares apuntan que cuál es el plan de instrucción que tiene la OTAN para los militares que se envían a estas misiones.