Un total de 220 militares despegaron ayer de Zaragoza hacia el país asiático, en el primero de los 5 vuelos previstos para el relevo.
MIGUEL ÁNGEL COLOMA. Zaragoza
Tras cuatro horas y media de vuelo y casi tres de desplazamiento por carretera, 220 militares de la Brigada de Caballería Castillejos II habrán llegado esta pasada madrugada a la base española en el Líbano. La expedición partió ayer del aeropuerto de Zaragoza, en el primero de los cinco vuelos previstos para relevar a la Legión. En total, serán casi 1.100 los soldados que se desplieguen durante esta primera de quincena de agosto en la zona sur del país asiático. Su misión, colaborar con el gobierno libanés y sus fuerzas armadas para garantizar la paz en este todavía conflictivo territorio. Lo harán bajo bandera de las Naciones Unidas, en una misión que se prolongará hasta diciembre.
"Sabemos que existe un riesgo latente, pero la situación es de tensa calma", explicaba ayer en Garrapinillos el general Juan Carlos Medina, jefe de la Brigada Castillejos II y del contingente español que parte hacia el Líbano. Aunque él no volará a la zona de operaciones hasta finales de semana, el general se acercó al aeropuerto para despedir a los hombres y mujeres que estarán a sus órdenes.
A las puertas de la terminal, el cabo 1º Fernando Mancha resumía el sentimiento propio y el de sus compañeros en una frase: "Sabemos que la cosa está algo revuelta, pero tendremos cuidado". La partida hacia tierras libanesas deja a muchas familias aragonesas -también forman parte de la expedición algunos militares de otras comunidades- pendientes del teléfono y de las noticias que lleguen desde Oriente Próximo. La zaragozana Sonia Subirats reconocía ayer que la partida de su marido le genera "bastante rabia". Comprensible, si tenemos en cuenta que espera que su tercer hijo nazca a finales de agosto, cuando su marido esté a varios miles de kilómetros de distancia. "Me han dicho que me darán un pequeño permiso", explicaba el cabo primero Borja Romero, con cierta resignación.
Los hay que han tenido la suerte de ver nacer aquí a sus pequeños y que gracias a las nuevas tecnologías podrán ver cómo crecen desde el Líbano. "Me llevo un ordenador portátil y hemos comprado una cámara web", señalaba Darío Carbonell, de 38 años, natural de Sabiñánigo y miembro de la AALOG 41.
El capitán Eduardo Valiente, otro de los logistas aragoneses integrados en la misión, puede presumir de saber lo que le espera. No en vano, este es su segundo desplazamiento al Líbano. "Cuando estuve la primera vez, me tocó vivir el atentado y fue bastante duro", recordaba ayer en la terminal, arropado por su familia, momentos antes de embarcar. "Escuchamos el estruendo de la explosión desde la base, que estaba a unos seis kilómetros", apostillaba.
Durante los próximos días, se repetirán estas escenas en Garrapinillos. A mediados de diciembre, cuando regresen, los rostros transmitirán emociones bien distintas.
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